Archivo de la categoría: Historias de vida

Rosita Elvira Imán López

Mi nombre es Rosita Elvira Imán López y tengo 26años. Vivo en un pueblo que se llama Nuevo El Gredal, en Catacaos, Piura. Quiero compartir con todos lo que la vida me ha enseñado sobre mi triste realidad.

Yo vengo de una familia humilde. Cuando terminé la educación primaria no tenía recursos para seguir mis estudios. Gracias a una amiga tuve la suerte de conocer CANAT y pude estudiar ahí “Corte, patronaje y confección”. Aprendí a coser.
Después de algunos años conocí a mi pareja. Convivimos y tuvimos un hijo, a quien amo más que a mi vida. Pasó el tiempo y conseguimos donde vivir. Pudimos construir una casita de material rústico.


En el año 2017, todos los hermanos piuranos sufrimos una situación terrible a causa de las lluvias provocadas por el Fenómeno El Niño Costero. El desborde del río Piura me dejó totalmente en la calle.

Al Asentamiento Humano (AAHH) Juan Velasco Alvarado donde yo vivía no llegó ayuda y mi casa se llenó de agua hasta el techo.


Los primeros días después del desborde no teníamos ni agua ni comida. Nos enteramos de que unos vecinos estaban solicitando un terreno para vivir por San Pablo al costado de la Panamericana Norte y nos fuimos a vivir ahí. Ahora es donde tengo mi casa, en el Nuevo El Gredal.
Pasaron dos años y como la situación laboral en Piura era difícil para mí, decidí irme a la capital para buscar un futuro mejor para mi hijo. También quería practicar todo lo que había aprendido en CANAT, coser, que era lo que más me gustaba. Mi sueño es tener mi propia máquina de coser y así poder ayudar a mi esposo. Por eso me fui, pero no es fácil llegar a la capital.


Al llegar a Lima sufrí mucho porque no conocía a nadie. Pasé hambre y no es fácil encontrar trabajo allá si no tienes la secundaria completa. En los trabajos de la capital exigen estudios completos. Pasaron algunas semanas y pude empezar a trabajar en una empresa. Me dieron la oportunidad de trabajar y por fin pude hacer lo que quería: coser.

La empresa en la que empecé a trabajar se llamaba Textimas. Pasé algunas semanas trabajando y pensé que todo me estaba empezando a ir bien. Pero empezó la cuarentena y mis sueños, mis ilusiones se vinieron abajo.


Cerraron Textimas y me quedé sin trabajo. Me fui gastando el poco dinero que había conseguido juntar en la compra de alimentos los primeros días de la pandemia. Recibí el bono de 380 soles que dio el Estado para ayudar a las familias más necesitadas el 27 de marzo.

Tuve que compartir ese dinero con mis familiares porque a ellos no les asignaron esa ayuda. Tuve que darle también dinero a mi madre porque ella es la que se quedó a cargo de mi hijo cuando yo me fui a Lima.


Llegó un punto en el que me quedé sin nada y tomé la decisión de ir a la estación de Civa. En esta empresa de autobuses había varios paisanos de Piura que estaban pidiendo ser trasladados a nuestra región.


Me uní al grupo para poder viajar pero con mucha tristeza en el alma porque mi esposo se tuvo que quedar en Lima. No teníamos pasajes para trasladarnos los dos desde Atevitarte hasta La Victoria, desde donde vivíamos hasta el distrito donde se encontraban los autobuses. Yo sufro de bronconeumonía y como en Lima había más contagiados, mi esposo prefirió que viajara yo y él se ha quedado con mi primo. Vio por mi salud. Es difícil estar separados, no estar juntos en familia.


Cuando llegué a la empresa Civa era sábado. No pudimos viajar y dormimos en la estación. Éramos en total un grupo de 276 personas que queríamos ir a Piura. Mi prima y su bebé de un año y 9 meses estaban conmigo. Pasamos tres días allá y no tuvimos nada para comer. Al menos algunas personas se apiadaron de nosotros y nos alcanzaron un poco de agua.


El martes 21 de abril decidimos todos empezar a caminar para ver si alguien nos hacía caso. Donde estábamos esperando nos decían que no tenían pruebas para la Covid 19. Caminamos todos juntos y éramos mujeres, hombre, niños, personas mayores…
Empezamos a caminar desde La Victoria por la Panamericana para llamar la atención y así ser trasladados a Piura. Gracias a Dios llegamos hasta San Martín de Porres. Ahí llegaron carros de policía y nos llevaron al cuartel Ricardo Palma, más allá de Chosica, donde según nos dijeron nos iban a realizar las pruebas.
Pasamos dos días más allá. Nos daban de desayunar a las 10am, de almorzar a las 5pm y de cenar a las 9pm. Entonces decidimos que todos íbamos a salir de las carpas donde nos habían ubicado y tratar de encontrar una solución para todos. Queríamos que nos dijeran la verdad, si nos iban a hacer las pruebas o no.


Finalmente, el viernes nos las hicieron en Huampaní. Gracias a Dios, mi prueba dio negativo. Me dio mucha tristeza ver que del grupo salieron 4 personas que sí tenían la enfermedad. Ellos fueron trasladados al hospital.


Viajamos el mismo viernes y llegamos bien a Piura. Ahora estamos cumpliendo con cuarentena en un hotel que está cerca de la Plaza del Sol.


Ahora me siento triste porque yo soy peregrina del Señor Cautivo de Ayabaca y con todo lo que está ocasionando este virus me pregunto si este año podremos peregrinar…

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Perú ha supuesto un punto de inflexión en mi vida

Perú ha supuesto un punto de inflexión en mi vida

Creciendo Juntos 2019, Piura-Perú


Poner palabras a todo lo que he sentido, vivido y experimentado en Perú es algo difícil y que no he conseguido hacer desde que he llegado. No creo que sea porque no tenga nada que contar, sino por la gran cantidad de emociones que he sentido y por la imposibilidad de ordenar todos los sentimientos que me vienen al recordar las maravillosas semanas vividas en Piura. Aun así, poder compartirlo con vosotras y vosotros es una suerte por la que doy gracias y no puedo desaprovechar esta oportunidad. Creo que Perú ha supuesto un punto de inflexión en mi vida. Una pausa para, en la acelerada rutina en la que vivimos, replantearme muchas cosas. Ahora, que lo miro desde fuera, veo las cosas con otra perspectiva y puedo seguir dándome cuenta de la suerte que he tenido.

Nuestra tarea allí era realizar campamentos para niños. Iba con la idea típica nuestra de querer hacer mucho y ponerme manos a la obra en lo que hiciese falta y más, pero, desde el primer día y a lo largo de toda la experiencia, como bien dice Germán (quién nos acompañó en la experiencia), fui desaprendiendo y percibiendo que no se basaba en hacer, sino en estar. Y… ¡qué maravilla el estar! Cuando me di cuenta de esto, los ratitos que más valoraba no eran los de juego en sí, sino los que he tenido la suerte de poder estar con otros, hablar o, incluso, compartir el silencio, pero siempre con compañía.

También creía que yo podía llevar mucho y aportar mucho, pero, en realidad, la que se lleva más aprendido y, desaprendido, soy yo. Tenemos la idea equivocada de que nosotros vamos allí a ayudar en todo y a enseñar lo que podamos. Pero yo he tenido la suerte de que sea al revés. Me han ayudado a pararme y replantearme todo lo que creía obvio. Me han enseñado a valorar, a querer, a disfrutar del momento presente, a llorar de felicidad como nunca había hecho antes. Y, me han ayudado y hecho ver otro horizonte en mi vida, cuestionándome si el proyecto de vida que siempre he deseado es el que de verdad me podría hacer feliz.

Tenemos mucho que aprender. Una de las enseñanzas más grandes que me llevo es el vivir el presente, el ahora. Nos tiramos la vida entera pensando en el futuro, en qué voy a hacer el fin de semana que viene, qué voy a estudiar, a qué me voy a dedicar. Allí, no piensan en el mañana, porque no saben qué les puede pasar. Es fuerte, pero al mismo tiempo es precioso. Me han enseñado a valorar el momento presente, a disfrutar del momento, del instante, del ahora. Es algo hermoso y, os digo de corazón, que hace que podamos disfrutar mucho más de lo que estamos haciendo, del momento, de la compañía, de la conversación, del lugar, del amor… y también me han enseñado a darle gracias a Dios por, como dicen allí, un día más de vida. ¿No es precioso? Gracias Dios por un día más de vida.

He sentido dolor, mucho dolor. Dolor por la injusticia, dolor por la resignación, dolor por la incomprensión. Pero no me resigno. No me resigno a que mi mirada siga siendo la que era antes de vivir lo que he vivido; no me resigno a que esto sea un simple paréntesis en mi vida; no me resigno a que Perú sea una experiencia más.

Perú me ha cambiado la mirada. Me ha abierto una nueva ventana y una nueva forma de ver la vida. Espero, y le pido al Señor, que la ventana peruana sea una presencia constante en mi vida para que me ayude a tener siempre presente lo que viví aquellas cinco semanas, a las personas, los encuentros y todo lo que me llevo aprendido. Así, en los momentos en los que me caiga o tropiece, recordaré todo lo aprendido y disfrutado allí.

María Garrido (U. Loyola Andalucía)

Adolescentes de CANAT participando de la consulta organizada por Unicef

Enerson, Inés, José Manuel, Ericka y Flor, adolescentes de CANAT participando de la consulta organizada por Unicef, para determinar las dimensiones condicionantes en los ámbitos de salud, educación, protección, participación y oportunidades laborales para el desarrollo de un índice de bienestar adolescente!!!

¡Atando sueños!

¡Atando sueños!
El año pasado los/as participantes de Canat querían jugar basket, y aquí no teníamos tableros, entonces a través de Mattias Gramlich solicitamos tableros a la organización alemana Hilfe zur Selbsthilfe Walldorf e. V.

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Nacho Zelaya Pérez

Me he preguntado muchas veces a lo largo de estos años sobre el sentido de escribir cada mañana, intentando desnudar el alma… En unos tiempos donde nos hemos negado el derecho a escucharnos.

Algunos me dicen que escribo muy largo y cada vez que me lo dicen, lo hago con más convicción… No por fastidiar, sino porque me niego a resumir mis sueños y experiencias en tuits de 140 caracteres.

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Enerson

      Piura-Perú   /  17-01-19

¡Hola!
Mi nombre Enerson, actualmente tengo 15 años de edad y formo parte de la gran familia de CANAT, desde hace más de 7 años.

Durante el tiempo que estoy en CANAT aprendo muchas cosas día a día, de las cuales la más importante, para mí, es la formación en valores, porque creo que son la base para ingresar a la sociedad y ser unas personas de bien.

Inicié en el programa de “Manitos Jugando» a los 8 años. Aquí conocí a una plana de voluntariado que me ayudó a conocer nuevos valores, a través del juego. En este programa me divertí mucho y compartí experiencias con personas de otros países y del nuestro, a las que las aprecio mucho.
Amelia, Inés, Elisa, elizabeth, Manuel, Karen, Richard, José, Sophia, Álvaro, Ana, Coty, Jacobo, Eduardo, Santy, Martha, Ana, Vea, Juanita, Linus, MATHIAS, Valentina, Julia, Ana, Maike, Gaby, Noelia, Sofia….., Y muchos amigos más, a los que les agradezco por permitirme compartir experiencias con ellos y por ayudarme en lo que estuvo a su alcance. Seguir leyendo Enerson

Vicenta Chiroque, de Monte Castillo.

Vicenta Chiroque viene de Monte Castillo en el Bajo Piura, es participante del oficio de Peluquería y estética da su testimonio sobre la experiencia de voluntariado en el Nuevo Gredal:

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Infancia, ¡nuestro futuro! Imágenes de Perú .

Raquel Guerrero fue voluntaria en CANAT. Y sigue trabajando por los niños y niñas desfavorecid@s. Nos ofrece esta interesantísima reflexión con motivo del Día del Niño.

Como termina diciendo el artículo: Esperamos que estas imágenes nos abran los ojos sobre esta situación y juntos/as pongamos nuestro granito de arena para encontrar soluciones adecuadas.

Una suerte contar con Raquel y esperamos tenerte pronto de vuelta en Piura.

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Isaure (Francia)

Estas 3 semanas en CANAT fueron una experiencia inolvidable y muy enriquecedora en un aspecto personal. Gaby y todos los formadores nos acogieron con mucha amabilidad. Nos encantaba jugar con los niños por la tarde y disfrutamos mucho del tiempo pasado con ellos.

La acción de CANAT es muy eficiente y ayuda realmente a los niños, entonces estábamos honradas y felices de participar en esta acción. Gabriela es una mujer extraordinaria y muy valiente.

Estamos muy agradecidas a todo el equipo por este tiempo y esperamos que volvamos.

Isaure (Francia)