María Palop. De vuelta en Piura

Ese primer olor fuerte inundando mis sentidos esta vez fue el calor de la ciudad. Qué gran recibimiento «el sol de Piura» tan intenso y bello como siempre.

Ciudad de contrastes. Ciudad de gente buena. Ciudad de grandes retos, de proyectos por hacer. Ciudad de Perú. Ciudad de ciudades.

Cuatro años han pasado desde que la vida me regaló la posibilidad de participar en CANAT, jugando y aprendiendo con los chicos en las Vacaciones Divertidas. Desde ese momento, no ha pasado un día que no recuerde en mi corazón tanto color y tanta emoción.

Hoy se siente la misma vibración cuando paseo por las calles. Los churres han crecido, las familias han salido adelante y la historia se sigue repitiendo. Siento un profundo sentimiento de esperanza cuando recorro los espacios de Manitos CANAT. Este nuevo lugar donde todos juntos «crecemos juntos» en el camino de la vida y donde la esperanza de algo mejor es siempre el plato del día.

Pero no hay historia que escribir sin historiadores o escritores. Y ellos escriben diariamente relatos, biografías y novelas sobre la población con más necesidades de la región. Ellos sueñan escenarios mejores para aquellos que se ensombrecieron por su dura realidad y hacen posible que esos sueños se cumplan. Los relatos que escriben los trabajadores de Manitos CANAT reflejan el espíritu luchador de un pueblo que quiere salir adelante, que quiere ser mejor, que quiere respetar al prójimo, cuidar a sus mujeres y a sus niños, integrar a todos en la sociedad, permitir una vida digna y elegida libremente a sus adolescentes, dar cobertura sanitaria a quien pueda necesitarlo, y en definitiva tender puentes a aquellos que sienten que su vida está proscrita. Esa luz que inundó el alma de 10 jóvenes españoles hace 4 años, y que inunda cada minuto de quien tiene la suerte de caer en esa casilla, me vuelve a inundar hoy a mí que tengo la fortuna de soñar junto a estos grandes autores.

Estoy de vuelta en Piura.

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