César Bedoya Donoso

Yo vine a Piura a hacer mi Proyecto Fin de Carrera de Arquitectura, recomendado por un profesor de mi universidad que ya conocía Piura y me había hablado muy bien de la ciudad. Pero acabé en Manitos por casualidades de la vida, o quizá porque Dios nos ofrece oportunidades y en esta ocasión dije sí sin pensármelo.

Un amigo que estuvo de voluntario hace un año me contó muchas cosas buenas sobre Manitos, pero ahora que estoy viviéndolo en primera persona puedo decir que se quedaba corto. Desde el primer momento que me encontré con Gaby me sentí acogido, cuidado y valorado, y eso se agradece cuando llegas a un sitio nuevo.

Voy por las tardes a las ludotecas, y allí se respira un aire puro, se valoran la cosas que de verdad importan, se olvidan los “problemas” que uno trae de España y los niños y niñas te ayudan a dar lo mejor de ti mismo, al igual que hacen ellos. Cada juego, cada canción, es una ocasión perfecta que tienen ellos de demostrar lo felices que son con lo poco que tienen. Pero creo que la clave es que ellos viven cada momento desde el corazón, y nosotros allí en España basamos nuestras experiencias más en la cabeza y en el bolsillo…olvidando lo verdaderamente importante.

El tiempo que me queda aquí seguiré disfrutando con cada uno de ellos, y también con los voluntarios y trabajadores de los programas de Canat, porque ellos van descubriendo y descubriéndome la esencia de la vida.

Me despido dando las gracias por esta maravillosa experiencia, por lo agradecidos que son los niños y niñas y por poder llegar cada día a casa cansadísimo, pero con una gran sonrisa que demuestra que aquí se puede ser verdaderamente feliz y hacer felices a los demás.

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