Sólo hay una cosa fácil de hacer en Piura, sentir, sentir profundamente que estás vivo, y eso es lo que hice desde noviembre de 2010 a marzo de 2011.
Todo fue mejor y peor de lo que imaginé antes de venir, más intenso, más incomprensible, más humano.
En tu mundo, antes de venir, intentas prepararte para esta experiencia pero los esquemas que te han ayudado a vivir hasta ahora, poco a poco se van derrumbando ante la urgencia de un presente demoledor. “Deja que te golpee la realidad” dicen en CANAT y eso es lo que hice.
Ahora, justo un año después, algo de mí sigue allí y sé que siempre será así. Nadie vuelve a ser el mismo después de haber llorado sobre Piura.
Y a pesar de todo sólo pienso en volver y en la certeza de haberme llevado más que dejé.
CANAT es un oasis en el desierto, un puerto en la tormenta, a su lado se puede superar todo, se recobran los valores y la esperanza, la ilusión, la humanidad.