Cuando vine de las estrellas no era yo. Ni tú eras tú.
Tuvo que pasar mucho tiempo hasta ser nosotros.
Todo lo que vemos, y lo que no vemos también; está hecho de muchos pequeñísimos cachitos. Las piedras, los animales, las plantas, el aire, el mar, mamá, papá, tú, yo… todo.
Alguien un día se irá y no volveremos a verle, sus cachitos se irán en el aire, el agua, la tierra, y los animales.
Lo que se bota, vuelve; lo que sube, baja; lo que haces, te harán. Historias todas parecidas.
Fui mucho a la escuela y cada día aprendía cosas. Es la mejor manera de hacerse grande.
Lo que más me impresionó de todo lo que mis maestras, profesores, amigos, familia, me han enseñado en mi cortísima historia fue la demostración de dos cosas: Ayudar hace más feliz a quien lo da. Estamos hechos de ayudas.
En el mundo encontraremos personas, animales, plantas y cosas que quizá compartieron estrella con algunos de nuestros pequeñísimos, y sin saber cómo ni porqué, nos vemos unidos a ellos especialmente.
Mi cuerpo tiene tantas vidas dentro, que es un número que no cabe en la cabeza. Todas las viditas se ayudan y trabajan juntas para que estemos mejor en conjunto. Pues eso es, amiguit@s, la cooperación.
Así nuestras estrellas pueden ser amigas, sólo
porque tú me has sonreído…,sólo
porque yo tendí la mano…
Abrazos para la Tortuga y todos mis
compis de estrella. 😉